Escriba lo que desea Buscar en este blog

miércoles, 7 de agosto de 2013

REALIDADES Y RELACIONES Aproximaciones a la construcción social KENNETH J. GERGEN

Prefacio

 Mi compromiso con el construccionismo social experimentó un gran vuelco tras la edición de mi libro Toward Transformation in Social Knowledge. Durante mucho tiempo había estado compartiendo un análisis crítico de la psicología empírica, pero en este volumen observé cómo los elementos de una alternativa construccionista social iban tomando lentamente forma. A medida que estas ideas empezaron a impregnar las posteriores lecciones y conversaciones, acabé encontrándome inmerso en lo que cabría caracterizar como una epifanía relaciona!. Al prolongar los diálogos construccionistas, empecé a reparar, con una frecuencia estimulante, en originales giros de la teoría y en formas creativas de practica. Y esta exploración perspicaz reverberaba a través de las disciplinas, las profesiones y los continentes. Los escritos que se presentan a continuación en gran medida surgieron de esta inmersión y son un reflejo de algunos de sus principales derroteros. En un sentido, se trata de artefactos congelados, pero mi ferviente esperanza es que puedan inyectar el espíritu de las conversaciones pasadas en el futuro. Situemos ahora estos desarrollos en un contexto histórico más amplio. En su Discours de la Méthode, Rene Descartes se hizo eco de sensaciones que resonaban desde hacía siglos. En primer lugar, estaba la incerteza angustiosa. Si adoptamos una posición de duda sistemática, ¿existe algún modo de establecer un fundamento? ¿Existen fundamentos sobre los que poder apoyar un conocimiento firme y seguro? El peso de la autoridad afirma el conocimiento, sostenía Descartes, pero las autoridades están sujetas al error, y tampoco existe una razón convincente que nos permita confiar en las vaguedades de nuestros sentidos, ya que a menudo nos embaucan. Las ideas que ingresan en nuestras mentes procedentes de fuentes diversas también pueden hacernos errar. Así pues, ¿en qué podemos basar nuestra certeza? Una vez planteada la dolorosa pregunta. Descartes pasó entonces a ofrecer la preciosa expresión de tranquilidad: no puedo dudar que soy quien duda. Aunque mi razón puede llevarme a dudar de todo cuanto examino, no puedo dudar de la razón misma. Y si puedo hacer descansar mi fe en la existencia de la razón, también puedo estar seguro de mi propia existencia. Cogito, ergo sum.

 El ensalzamiento de la mente individual —su capacidad para organizar los datos sensoriales, de razonar lógicamente y especular de manera inteligente— ha servido durante siglos para aislar la cultura occidental de los asaltos mutiladóres de la duda. Resulta alentador creer que los individuos dotados con las facultades de la razón y atentos a los contornos del mundo objetivo pueden trascender las ambigüedades de los avalares continuamente cambiantes y desplazarse hacia una prosperidad autodeterminada. Y en gran medida a través de esta fe en la razón nos vemos impelidos a buscar fundamentos racionales del conocimiento. Desde el positivismo del siglo XIX hasta el realismo trascendental del siglo actual, los especialistas han apoyado la tradición fundamentadora, asegurando que la razón individual sigue estando firmemente al mando de la acción.

 Examinemos, con todo, un vínculo singular en la convincente tesis de Descartes. Aunque puede que vibremos con su declaración de la duda, ¿en qué fundamentos se basa para igualar el proceso dubitativo con el proceso de la razón? ¡¿Sobre qué base concluye que el proceso dubitativo es una actividad de la mente individual, apartada del mundo pero que reflexiona sobre el mismo? ¿Por qué razón esta ecuación misma escapa al escepticismo cartesiano, pues, no es mas evidente que la duda es un proceso que se lleva a cabo en el lenguaje? Escribir sobre las falibilidades de las autoridades, de los sentidos, de las ideas que se reciben y otras muchas cosas similares es tomar parte en una práctica discursiva. Que la práctica también demuestre ser una emanación o expresión de algún otro dominio, digamos, del raciocinio, sigue siendo una conjetura no decidida. Sin embargo, difícilmente podemos dudara del discurso sobre la duda. 

  SIGA LEYENDO

SPOTS PUBLICADOS

Seguidores