“He oído hablar de una escuela en Chicago, donde para graduarse, deben pasar un cierto número de cursos y si no lo consiguen, se les califica con un “todavía no”, lo que me pareció fantástico, porque frente a un fracaso tu piensas ‘no soy nada’, pero con un “todavía no” entiendes que estás en una curva de aprendizaje. Te abre un camino hacia el futuro”. Así empieza Carol Dweck, su charla TED llamada “The Power of Yet”. Dweck, quien ha centrado sus estudios en algo conocido como “la mentalidad de crecimiento” profundiza en este tema, relacionando dicho tipo de mentalidad, con el poder del “todavía”, es decir, con el poder del “todavía se puede lograr”.

¿Quién es Carol Dweck?

Actualmente Carol es profesora de psicología en la Universidad de Stanford. Antes de llegar ahí, se graduó del Barnard College y obtuvo un Ph.D en Yale. Más adelante dio clases en Columbia, Harvard y la Universidad de Illinois. En los últimos años, Dweck se ha convertido en una especie de celebridad del mundo de la educación, especialmente por su investigación en los rasgos psicológicos de la mentalidad. Dweck propone que existen dos tipos de mentalidad: la fija y la de crecimiento. Cuando una persona tiene mentalidad fija cree que la inteligencia y las habilidades no se pueden modificar y están determinadas de forma innata, en cambio, cuando una persona tienen mentalidad de crecimiento cree que la inteligencia y las habilidades, tienen el potencial de ser desarrollado a través del aprendizaje. El trabajo de Carol ha inspirado a muchos, pues sugiere una nueva forma de entender los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Un punto de inflección

Al inicio de su carrera, Dweck quiso hacer una prueba que midiera cómo los niños enfrentan algunos retos y dificultades. Para eso, le dijo a 10 niños que resolvieran algunos problemas un tanto complejos. Algunos, dice Carol, reaccionaron muy bien, entendieron que así podían desarrollar sus habilidades y dijeron cosas como “me encantan los retos”… tenían lo que ella bautizó como “mentalidad de crecimiento”. Otros en cambio, con una mentalidad fija, pusieron a prueba su inteligencia y fracasaron, se quedaron atrapados en el ahora y no pensaron en el poder del “todavía”. Esa experiencia, entre muchas otras, fue un punto de inflección en la carrera de la investigadora quien en esta charla propone ideas para cambiar la forma cómo educamos a nuestros niños, ideas que fomenten el espíritu del “todavía”, ideas que no se enfoquen en la obsesión por las nota, ideas que permitan a los niños soñar en grande y no sentir que necesitan tener una aprobación constante.

Las ideas de Carol

Entonces, ¿qué hacer para construir un puente que se enfoque en el “todavía”? Primero, dice Carol, hay que elogiar con sabiduría, no la inteligencia o el talento, porque esto no ha dado resultados, sino el proceso en el cual el niño se involucra: su esfuerzo, sus estrategias, su enfoque, su perseverancia y su progreso. Esto significa premiar el “todavía”, tal como lo hizo ella en una investigación con la Universidad de Washington, donde desarrollaron un juego de matemáticas en línea que no felicitaba o castigaba a los estudiantes por el resultado perfecto inmediato, sino que los motivaba con frases como “todavía no” y los premiaba por su esfuerzo y el camino que tenían que seguir recorriendo con perseverancia para llegar al resultado que buscaban.
“Nos encontramos con que solo las palabras “todavía” o “aún no”, daban a los niños una mayor confianza, les mostraba el camino hacia el futuro y mejoraba su insistencia”.
A partir de otras experiencias de investigación que comparte en su charla, Carol Dweck afirma que en un mundo donde los conceptos de esfuerzo y dificultad se han redefinido, es necesario crear aulas donde la mentalidad de crecimiento genere una cultura de “todavía”, una cultura de creer que sí se puede mejorar y avanzar en el desarrollo de habilidades que se fortalecen a través del esfuerzo.

“Hace poco recibí una carta de un niño de 13 años. Me decía: ‘Estimada profesora Dweck, agradezco que su material se base en una investigación científica sólida, y es por eso que decidí ponerlo en práctica. Pongo más esfuerzo en mis estudios, en mi relación con mi familia, y las relaciones con los compañeros en la escuela, y me di cuenta de mi enorme progreso en todos estos campos. Ahora me doy cuenta de que desperdicié la mayor parte de mi vida’. No desperdiciemos más vidas, porque una vez que sabemos que las habilidades son capaces de tal crecimiento, se convierte en un derecho humano fundamental, el hecho de que todos los niños vivan en lugares que forman este crecimiento, que vivan en lugares llenos de todavías”.