Por: Mario A. Núñez y Yanira Alemán
En los últimos años se ha evidenciado un creciente interés en el estudio y la aplicación de la psicología analítica de Carl Gustav Jung (1875-1963). La obra de Jung ha recibido la atención de académicos de diferentes disciplinas tales como la literatura, las artes, la filosofía, la mitología, la antropología y la historia (Barnaby & D’acierno, 1990). Particularmente, se ha examinado la psicología de la religión de Jung y sus implicaciones para la sociedad contemporánea (Stein, 1985).
La teología del místico dominico Meister Eckhart ha sido señalada como una gran influencia en la psicología de la religión de Jung (Dourley, 1992). Este trabajo tiene como propósito explorar a fondo e ilustrar esta influencia de Eckhart en la psicología de la religión de Jung. Para facilitar la comprensión de dicha influencia se ofrecerá como base un trasfondo de los principios fundamentales de la psicología junguiana y de la teología de Eckhart. Por medio de este análisis espero lograr una comprensión más profunda de ambos pensadores y de su importancia para el mundo contemporáneo.
La psicología analítica de Jung
Al principio de su carrera, Jung era un seguidor del psicoanálisis de Freud, pero, debido a varias diferencias relacionadas al rol de la sexualidad y la concepción del inconsciente, decidió desarrollar su propio sistema llamado psicología analítica.
Jung, en armonía con su naturaleza por inclinarse hacia lo transpersonal, se adentró en el estudio de las diferentes profundidades que puede llegar a tener aquello que denominamos “inconsciente”. Contrario a los demás teóricos de la personalidad, Jung hace la distinción entre un inconsciente personal y uno de carácter colectivo.
El inconsciente personal constituye una capa superficial del inconsciente en los seres humanos y se deriva de la experiencia del individuo. Por lo tanto, en algún momento el contenido de este inconciente personal ha sido conciente. Por el contrario, el inconsciente colectivo, no se deriva de la experiencia personal y su contenido nunca ha sido conciente. Nace con nosotros, no de nosotros. Es universal, como asegura Jung : “it has contents and modes of behavior that are more or less the same everywhere and in all individuals” (Jung, 1954).
La importancia de esta estructura psíquica se puede percibir mediante las siguientes expresiones:
“It is an inner correspondence to the world as a whole.”
“The collective unconscious as suprapersonal matrix, as the unlimited sum of fundamental psychic conditions accumulated over millions of years, is a realm of immeasurable breadth and depth. . .” (Jung, 1954).
La existencia psíquica se puede reconocer sólo mediante la presencia de contenidos que sean capaces de hacerse concientes; sólo podemos hablar de un inconsciente si somos capaces de demostrar sus contenidos. El contenido del inconsciente colectivo son los arquetipos. Los arquetipos son patrones de percepción psíquica y entendimiento comunes a todos los seres humanos. Jung los define como : “archaic or primordial types, universal images that have existed since the remotest times . . .” (Jung, 1954).
Los arquetipos son posibilidades heredadas de representación pero no son imágenes heredadas. Tienen un lado positivo o luminoso y uno negativo u obscuro. Los arquetipos indican la existencia de formas definitivas en la psique que aparentan estar presente siempre y en todas partes. Tienen la facultad de trascender el tiempo y el espacio, como lo ha establecido Andrew Samuels al expresar que los arquetipos : “are beyond time and space” (Samuels, 1990).
Expresiones de arquetipos se pueden apreciar en las historias y tradiciones de las tribus primitivas, en los mitos y los cuentos de hadas. Jung no es el único que ha hecho referencia al concepto, sino que se ha manifestado en diferentes épocas y disciplinas. La investigación mitológica los ha llamado “motifs”, en la psicología de lo ancestral corresponden a lo que Lévy-Bruhl llamó “représentations collectives”, en el campo de la religión comparada han sido definidos como “categories of the imagination” y Adolf Bastian los llamó “elementary or primordial thoughts” (Jung, 1954).
Es importante señalar que el arquetipo no es lo que se percibe sino sus efectos. Los arquetipos son comunes a la humanidad, pero sus manifestaciones son influenciadas por la historia y la cultura, ya que el arquetipo es como un molde psíquico en el cual las experiencias individuales se vierten y toman forma. El arquetipo, al manifestarse, se ve contaminado por la actividad conciente: “The archetype is essentially an unconscious content that is altered by becoming conscious and by being perceived, and it takes it’s color from the individual consciousness in which it happens to appear.” (Jung, 1954)
Existen tantos arquetipos como tipos de personas, eventos o situaciones de la vida. Por lo tanto, es imposible describir o mencionarlos todos. No obstante, se puede establecer que existen lo que podríamos llamar arquetipos antropomórficos, como lo son el ánima y el animus, arquetipos relacionados al ciclo de vida, como es el puer aeternus, y también existen lo que se consideran roles arquetipales como lo son el héroe y el trickster. A continuación se describen algunos arquetipos de gran importancia en la psicología analítica.
El arquetipo del ánima representa la dimensión femenina o lo femenino que existe dentro de cada hombre. Es la imagen idealizada que tiene cada hombre de la mujer. Está asociado con las emociones. En los sueños puede aparecer como una mujer hermosa pero con un velo en la cara, o puede aparecer como una bruja malévola que termina asesinando al individuo. Es la bella dama sin compasión. La proyección del ánima en una mujer trae como consecuencia el que se le considere como una diosa, como un ser de otro mundo ya que se le atribuyen características divinas. Representaciones del ánima en la mitología son Afrodita y Atenea. Jung ve el anima como el arquetipo que nos guía hacia el inconsciente y nos conecta con él.
La contraparte del anima se puede encontrar en el arquetipo del animus. Este es el aspecto inconsciente masculino de la mujer, y contiene las percepciones que tiene la mujer sobre lo masculino y sobre su hombre idealizado. Está relacionado de acuerdo a Jung con el intelecto y el razonamiento, y como consecuencia una mujer poseída por su animus se convierte en una mujer argumentativa que siempre va a querer ganar las discusiones.
Representaciones del animus en la mitología son Apolo y Hércules.
Jung ha sido muy criticado por los conceptos de anima y animus, y éstos han sido revisados porque en su definición son androcéntricos y estereotipados. Ahora se argumenta que tanto las mujeres como los hombres tienen anima y animus.
Un arquetipo de particular importancia para la psicología junguiana es la sombra. Este arquetipo representa todo aquello que el individuo no quiere ser, pero que lo es. Es lo que preferimos no enseñar a los demas. Se compone de todo aquello que nos hace sentir inferiores, que nos conecta con nuestra naturaleza animal e instintiva; aquí caen la agresividad, el coraje, la envidia, la avaricia, la mentira etc. Jung distingue entre sombra personal y sombra colectiva. La colectiva se refiere a que en cada uno de nosotros reside un asesino potencial.
Tenemos adentro las tendencias mas oscuras, los deseos mas viles y la crueldad mas inmensa por el simple hecho de nacer como ser humano pues la sombra colectiva, así como el inconsciente colectivo, es heredada. La sombra personal es el aspecto que pertenece a lo reprimido de nuestra vida conciente debido a que no queremos aceptarlo porque atenta contra nuestro yo ideal. La sombra, como todo arquetipo, tiene su lado oscuro y su lado luminoso. El luminoso reside en el hecho de que sin sombra no hay creatividad ni originalidad; ahí se encuentra la capacidad para ser creativo. La expresión artística depende considerablemente de la sombra.
El componente maternal es otro aspecto importante de la psicología analítica, y este se puede apreciar en lo que Jung llamó el arquetipo de la gran madre. Este tiene todos los rasgos que usualmente han sido atribuídos a las madres en todos los tiempos. Como todo arquetipo tiene sus dos dimensiones, encontraremos dos tipos fundamentales: la madre que nos nutre y la madre que nos devora.
El arquetipo del “wise old man” es una personificación de lo que Jung identificó como sabiduría y conocimiento. Representa al individuo que ha logrado superar o trascender sus problemas y puede servir de guía a otros. Jung ofrece como ejemplo a Merlín, el mago y consejero del Rey Arturo; otras manifestaciones son el bohíque de los taínos y el “medicine man” de los indios americanos. Jung lo identifica esencialmente como un espíritu.
Otro arquetipo importante es el arquetipo de la persona. La persona es la parte de la psique que se presenta al mundo para ganar la aprobación social. Es la imagen que presentamos en nuestras interacciones sociales. Se compone solamente de conducta positiva como lo son la cortesía, los buenos modales y las maneras formales de vestir. Jung dice que es necesario desarrollar este arquetipo porque facilita nuestra adaptacion al mundo social, el problema sería identificarnos con el arquetipo porque nos estaríamos preocupando de manera excesiva por lo que piensan otros de nosotros.
El puer aeternus o el niño eterno es el arquetipo de la persona que no quiere madurar emocionalmente, manteniendo una conducta que refleja patrones de su niñez. Es un individuo con un gran potencial pero sin la capacidad de desarrollarlo plenamente. La psicología del puer aeternus está estrechamente ligada a un fuerte complejo maternal. Los puer aeternus son incapaces de mantener un trabajo por mucho tiempo, no terminan las cosas o proyectos que se proponen y sus relaciones de pareja son de carácter ambivalente, o son “don juanes” o son homosexuales.
Entre los arquetipos, Jung también menciona uno llamado el niño divino. Este arquetipo es símbolo del potencial que existe en todo ser humano por lograr el desarrollo pleno de su psique. Un ejemplo del arquetipo del niño divino es el niño Jesus porque su nacimiento se caracteriza por elementos que podriamos llamar sobrenaturales.
El arquetipo de la dualidad se refiere al principio de la enantiodromia de Heráclito: no es posible la existencia de algo sin su opuesto. Jung también lo llamó el principio de los opuestos, para él los opuestos tienen una función reguladora y la energía psíquica se obtiene de la lucha entre esos opuestos. La mayor parte de sus ideas se expresan de manera que envuelven el principio de los opuestos: ego-self, consciente-inconsciente, racional-irracional, eros-logos, introversión-extroversión, entre otros.
La psicología junguiana considera que la vida se fundamenta en un poder transpersonal y es energizada por ese poder. Debido a esto es necesario honrar y respetar lo misterioso. Para Jung la meta del desarrollo no es la perfección sino la completitud; una completitud psíquica que armoniza la tensión de los opuestos en la personalidad. Esta completitud o individuación no se logra haciendo cosas sino que es una consecuencia de una actitud hacia la vida. Es necesario reconocer e integrar la sombra, es decir, todo aquello que nos pertenece pero que negamos y reprimimos. El convertirse en un ser completo es la meta; no lo es la perfección, pues esta limita ya que implica reprimir el lado oscuro.
La psicología de Jung es una que valora la experiencia del individuo en su lucha por transcender las presiones de la colectividad, es uno que valora la ética personal por encima de la grupal. “Mi mensaje básico no va más allá de lo siguiente: Sigue aquella voluntad y aquel camino que la experiencia te confirma como el tuyo: la verdadera expresión de tu individualidad”.
La psicología de la religión de Jung
Contrario a Freud, quien consideraba la religión como una ilusión, Jung mantuvo que la religión es esencial para la salud mental. Sobre este aspecto expresó lo siguiente: “Entre todos los pacientes que están en la segunda mitad de vida, no hay ninguno cuyo principal problema no sea religioso”. Por un problema religioso se refiere a un problema de significado que implica el buscar un razón por la cual vivir.
Jung entendía que el rechazo del impulso religioso es la base de la neurosis de nuestro tiempo. Por esta razón, se dedicó durante varios años de su vida a escribir acerca del rol de la religión en el desarrollo humano. Las reflexiones sobre este tema proveyeron, en varias ocasiones, puntos de encuentro entre el pensamiento de Meister Eckhart y el de Jung.
Para Jung la actitud religiosa debe estar basada en el conocimiento y no en creencias, en la experiencia y no en la especulación abstracta. Es por eso que considera que aquella religión que se basa en dogmas y artículos de fe es una que estanca y no le facilita a sus seguidores el verdadero desarrollo espiritual. Cada persona tiene que relacionarse a lo sagrado de manera auténtica y única ya que no existen fórmulas preconcebidas que dicten el camino que nos lleva a conectar con lo numinoso. Es por esto que expresa: “Yo no puedo creer en lo que no conozco y no necesito creer en lo que conozco”.
Jung concibe la psique como esencialmente “religiosa”. Para Jung la religión es una observación cuidadosa de ciertos factores dinámicos que son concebidos como “poderes”: espíritus, demonios, leyes, ideas, entre otros. La actitud religiosa nos ayuda a experimentar la dimensión de lo “numinoso”; aquello que es independiente de la voluntad del individuo y tiene una fuerza de atracción significativa. Se utiliza para describir a las personas, cosas y situaciones que tienen una resonancia emotiva profunda.
Es importante señalar que cuando Jung habla de Dios se está refiriendo a la imagen arquetipal de Dios y no a un ente con una realidad ontolólogica. Jung expresa que: “Es solamente através de la psique que podemos establecer que Dios actúa en nosotros, pero no podemos distinguir si estas acciones emanan de Dios o del inconsciente. No podemos decir si Dios o el inconsciente son dos entidades diferentes. La imagen de Dios no coincide con el inconsciente como tal pero sí con el arquetipo del Self”.
Jung distinguió tres aspectos de la imagen de Dios. La primera es la imagen de Dios como está descrita en el Viejo Testamento. Se caracteriza por contener los opuestos sin experimentar contradicción porque no tiene conciencia. El segundo aspecto de la imagen de Dios está descrito en la Teología Cristiana. Aquí la imagen de Dios ha experimentado una transformación a causa de su encarnación. Esta imagen es exclusivamente buena y no hay sombra en ella. El tercer aspecto de la imagen de Dios para Jung es, la imagen de Dios como es experimentada psicológicamente por el hombre moderno.
Jung entiende que como psicólogo el no puede hacer ningún tipo de declaración en torno a la realidad ontológica de Dios, pero si puede estudiar las manifestaciones de la imagen de Dios en la psique humana. En este sentido consideró que Dios es un arquetipo y que por lo tanto se expresa por medio de símbolos.
La evolución de la psique humana implica transformaciones en la imagen de Dios. Jung entiende que la Biblia nos provee una revelación de esas transformaciones de la imagen de Dios en la psique humana del pueblo hebreo. En su libro Respuesta a Job analiza y explica como Dios y la criatura humana se afectan mutuamente, la transformación de la criatura humana implica una transformación de Dios y viceversa.
La tesis de Respuesta A Job es la siguiente: “Cualquiera que conoce a Dios, lo afecta, lo transforma”. Esto es asi porque para Jung la única manera de relacionarnos con Dios es conociendo las imágenes y símbolos del inconsciente. Esto implica hacernos consciente de material psíquico que hemos heredado de nuestros antepasados, incluyendo la imagen de Dios. La conciencia humana cambia la naturaleza de la imagen de Dios. Para Jung, Dios necesita a la humanidad para ser completamente consciente y especialmente estar conciente de sus opuestos. La conciencia humana trasciende su origen divino (el inconsciente) en su habilidad para diferenciar los opuestos y en su capacidad de sufrir conscientemente su conflicto.
En su interpretaión del Libro de Job, Jung expone que Dios sufrió un fracaso moral en su encuentro con Job. Dios reconoció que Job poseía una capacidad que El no tenía: consciencia de sus opuestos. Esto requirió que Dios se encarnará en un hombre con el propósito de adquirir consciencia de sus opuestos y remediar la injusticia que se cometió con Job. Sin embargo, la encarnación de Dios en Cristo es incompleta porque deja afuera el lado obscuro de Dios.
Jung argumenta que para qe la imagen de Dios sea una completa, debe contener tanto el lado luminoso como el lado obscuro. Dios, además de contener todo lo bueno, contiene todo lo malo. Es en ese sentido que Jung señala que el origen del mal y del sufrimiento lo encontramos en Dios. Cuando le preguntaron en una ocasión sobre Dios contestó: “Dios es el nombre con el que designo todas las cosas que cruzan mi camino violentamente y apresuradamente, todas las cosas que afectan mis puntos de vista subjetivos, planes e intenciones y cambian el curso de mi vida para bien o para mal” ( Entrevista publicada en Good Housekeeping Magazine”, 1961)
La encarnación de Dios en Cristo lleva a Jung a la idea de la continua encarnación que ocurre en la psique humana. Para Jung, la encarnación de Dios significa individuación. En el grado en que nos hacemos conscientes del centro transpersonal de la psique, el Self, y se vive tal consciencia, se puede decir que estamos encarnando la imagen de Dios. La individuación es la continua encarnación de Dios con el propósito de la transformación divina.
Jung fue una persona con un profundo interés en las humanidades. Poseía conocimiento amplio sobre mitología, alquimia, literatura, historia, arqueología y filosofía; razón por la cual sus teorías resultan muy inclusivas, completas y pueden ser aplicadas a varios enfoques y diciplinas. En las palabras de Mattoon, Jung fue tanto un poeta como un académico y un pensador intuitivo tanto como un empiricista (Mattoon, 1981).
La teología de Meister Eckhart
Meister Eckhart nació en la provincia alemana de Thuringia cerca del año 1260. A los 17 años fue estudiante de artes y dominico en la Universidad de Paris. En 1302 Eckhart recibió el grado de Maestría en Teología de Universidad de Paris. En 1326 fue acusado de herejía y defendió su inocencia apelando al Papa. Murió entre 1327 and 1329 pero la fecha exacta, lugar y circunstancias no se conocen.
Eckhart enseñó que fuera de Dios no hay nada. Dios está presente en todo, pero particularmente en el alma humana. La meta final de la existencia humana es la unión mística con Dios. Esta meta no se logra por mérito sino que es concedida por gracia. Para Eckhart, toda la creación es una bendición divina. El creía que lo que más previenve nuestra felicidad es la tendencia a controlar. Su sugerencia es sencillamente: “let go” and “let be”.
La teología de Eckhart ha influenciado pensadores como Karl Marx , Martin Heidegger y Thomas Merton. Meister Eckhart ha atraído la atención de monjes, marxistas, filósofos y psicólogos (Fox, 1980).
La influencia de Eckhart en la psicología de la religión de Jung
El pensamiento de Eckhart fue una importante influencia durante el desarrollo de la psicología analítica de Jung. En su autobiografía Jung nos ofrece una declaración que evidencia cuan significativo resultó ser el pensamiento de Eckhart en su desarrollo al expresar lo siguiente: “Only in Meister Eckhart did I feel the breath of life” (1965, p. 68-69).
En sus Obras Completas, Jung cita a Eckhart 38 veces. En estas referencias se pueden ir identificando los conceptos junguianos que se relacionan a la teología de Eckhart. Entre éstos se pueden distinguir el concepto junguiano de la relatividad de Dios, la importancia del sufrimiento, el proceso de individuación, la importancia de dejar que las cosas pasen en la psique sin la constante intervención del ego y la necesidad de una renovación y/o reconcepción del cristianismo.
Jung señaló que el principio de Eckhart de “letting go” lo ayudó a entender lo que la liberación significa en un contexto psicológico:
The art of letting things happen, action through non-action, letting go of oneself, as taught by Meister Eckhart, became for me the key opening the door to the way. We must be able to let things happen in the psyche (1965, p. 16).
Varias declaraciones hechas por Eckhart son congruentes con la visión de mundo junguiana. Por ejemplo, Eckhart expresó lo siguiente: “God must be born in the soul again and again” y “What good is it to me if the son of God was born to Mary 1400 years ago but is not born in my person and in my culture and in my time?”. Para Jung el proceso de individuación puede ser descrito como la encarnación contínua de Dios en la criatura con el propósito de la transformación divina.
Uno de los conceptos junguianos mas estrechamente relacionado al pensamiento de Eckhart es el concepto de la “relatividad de Dios”. Al hablar de la “relatividad de Dios” Jung se refiere a una perspectiva que no concibe a Dios separado de los seres humanos sino dependiendo en cierto grado de ellos. Esto implica una relación recíproca entre Dios y la criatura. Algunos de los pensamientos de Eckhart podrían ilustrar el principio de la relatividad de Dios: “For man is truly God, and God is truly man”. “It is a higher state for God to be in the soul than for the soul to be in God. The soul is not blissful because she is in God, she is blissful because God is in her”.
Jung y Eckhart coinciden en que Dios y la humanidad están íntimamente conectados; son funciones de cada uno. Ambos señalan que Dios creó la humanidad con el objetivo de tomar consciencia. Para ambos pensadores, el pecado original es el pecado de adquirir consciencia.
A pesar de que Jung se consideraba a si mismo cristiano, pensaba que era necesario renovar el “mito cristiano” para que fuera significativo para los individuos. Jung opinaba que los símbolos del Cristianismo habían perdido la capacidad de capturar la imaginación del hombre y la mujer contemporánea. Por ejemplo, consideraba que la Trinidad es un símbolo incompleto porque no incluye un principio femenino. También, criticó al Cristianismo por no integrar el principio del mal en su doctrina. Expresó que este símbolo incompleto de la Trinidad podía ser completado con la virgen María o con el diablo. A pesar de que la teología de Eckhart no parece ser una revisión de la doctrina cristiana, su interpretación del cristianismo ofrece una nueva perspectiva para relacionarse a Dios y vivir una vida cristiana.
Eckhart influyó también a Jung con su concepción de que el sufrimiento es necesario para el desarrollo completo de la psique y con la noción que el fracaso moral facilita el autoconocimiento y la consciencia de la sombra.
Para Jung y para Eckhart la idea dominante de la nueva religión que seguirá a la Era Cristiana es que todo el mundo es Cristo. Jung considera que en cada uno de nosotros está ocurriendo una encarnación continua que llamó “la cristificación de muchos”. Para él la encarnación no es un hecho histórico aislado sino que continua ocurriendo en cada criatura humana. Por su parte Eckhart basó su teoría en el panenteismo: Dios está en nosotros y nosotros estamos en Dios. Por lo tanto todo aquello que está en Dios, es Dios. En las palabras de Eckhart : “God assumed our clothing so that he might truly, properly and substantially be man and that man might be God in Christ”… Therefore its given to every man to become the son of God…” (SK, 221).
Paradoja y dialéctica en Jung y Eckhart
Tanto el pensamiento de Jung como el de Eckhart se distinguen por ser paradójicos y dialécticos. En 1924, Jung escribió lo siguiente:
“Nearly every psychological principle, every truth relating to the psyche, must, if it is to be made absolutely true, immediately be reversed . The only statements that have psychological validity concerning the God image are either paradoxes or antinomies” (CW12, par 11 n6).
A religion becomes inwardly impoverished when it loses or waters down its paradoxes; but their multiplication enriches because only the paradox comes anywhere near to comprehending the fullness of life. Non-ambiguity and non-contradiction are one-sided and thus unsuited to express the incomprehensible” (CW12, par 18)
El valor del pensamiento paradójico en Echkart se evidencia en las siguientes expresiones:
“I pray to God to rid me of God”. “You must know that to be empty of all created things is to be full of God, and to be full of created things is to be empty of God”.
“The more God is in all things, the more he is outside them . the more he is within, the more without”.
“The knower and the known are one. Simple people imagine that they should see God, as if he stood there and they here. This is not so. God and I, we are one in knowledge”.
Referencias
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Dourley, J. (1992). A strategy for the loss of faith. Canada: Inner City Books.
Jung, C. G. (1967). Commentary on “The secret of the golden flower. In Collected Works (Vol. XIII). New York: Princeton University Press.
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Reading List
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Clark, J. (1957). Meister Eckhart: A introduction to the study of his works with an anthology of his sermons. London: Thomas Nelson & Sons.
Clark, J. & Skinner, J. (1958). Meister Eckhart: Selected treatises and sermons translated fron Latin and German with an introduction and notes. London: Faber & Faber.
Ancelet-Hustache, J. (1957). Meister Eckhart and the Rhineland mystics. New York: Harper Torchbooks.
Maurer, A. (1974). Meister Eckhart: Parisian questions and prologues. Toronto: Pontificia Institute of Medieval Studies.
Schurmann, R. (1978). Meister Eckhart: Mystic and philosopher. Blomington: University of Indiana Press.
Fox, M. (1980). Breakthrough: Meister Eckhart’s creation spirituality in new translation. New York: Doubleday.
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Kelley, C. (1977). Meister Eckhart on divine knowledge. New Haven: Yale University Press.
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Jung: Rereading and reading of primary sources:
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Adler, G. (Ed.)(1973). C. G. Jung Letters. Volume I 1906-1950. London: Routledge & Kegan Paul.
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Stein, M. (1985). Jung’s treatment of Christianity. Illinois: Chiron Publications.
Clift, W. (1983). Jung and Christianity: The challenge of reconciliation. New York: Crossroad.
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